El CIRI en primera línea en la lucha contra el virus del Ébola
El Centro internacional de investigación en infectología (CIRI) reúne a cerca de 300 investigadores con la finalidad de comprender las enfermedades infecciosas y poder controlarlas de mejor manera.
El Centro internacional de investigación en infectología (CIRI) reúne desde enero de 2013 a cerca de 300 investigadores, profesores investigadores, médicos y estudiantes de la Universidad Claude Bernard Lyon 1, del Instituto nacional de salud e investigación médica (Inserm), de las escuelas normales superiores de Lyon, del Centro nacional de investigación científica (CNRS), del Instituto Pasteur y de la Fundación Mérieux. Su objetivo: comprender las enfermedades infecciosas para lograr controlarlas mejor.
Las investigaciones del CIRI responden a los desafíos de la salud pública de cara al futuro, como ponen de manifiesto estos importantes resultados, publicados en 2013-2014:
El CIRI en primera línea en la lucha contra el virus del Ébola
El equipo "Bases moleculares de la patogenicidad viral" desarrolla unos conocimientos especializados reconocidos en todo el mundo en el estudio de virus altamente patógenos: Ébola, Marburgo (de la misma familia que el Ébola), Nipah o la Fiebre hemorrágica de Crimea Congo. Recientemente su trabajo ha llevado a la identificación de uno de los mecanismos por los cuales el virus de Marburgo afecta a la respuesta inmunitaria, lo que contribuye a su fortísima patogenicidad (Page et al., Cell Reports, 2014). La actual epidemia del virus del Ébola en el oeste de África subraya la importancia de este trabajo de investigación fundamental, porque una mejor comprensión de la biología del virus abre la vía a posibles tratamientos.
Identificación de un pequeño ARN que atenúa la virulencia del estafilococo áureo o dorado
El estafilococo áureo o dorado es responsable de aproximadamente un 30% de las infecciones bacterianas adquiridas en las ciudades o los hospitales, y un problema importante de salud pública en todo el mundo. El análisis del genoma de esta bacteria (y de su expresión en ARN, el transcriptoma) revela la presencia de pequeños ARN muy numerosos que no codifican las proteínas, de función esencialmente desconocida. El equipo "Patogénesis de las infecciones de estafilococos" acaba de demostrar por primera vez que uno de estos pequeños ARN, llamado RsaA, reduce la expresión de varios factores de virulencia y atenúa la virulencia aguda de la bacteria en el animal, lo que favorece la infección crónica (Romilly et al., PloS Pathog, 2014). Este ARN se expresa en el hombre (Song et al., PLoS One, 2012) en su alojamiento natural que son las fosas nasales (S.aureus se encuentra en la nariz del 30% de los humanos). Estas investigaciones suponen un avance importante en la comprensión de los mecanismos que hacen que esta bacteria esté tan extendida y sea tan peligrosa para el ser humano.
La autofagia, un mecanismo celular en el centro de las infecciones víricas
La autofagia, mecanismo por el cual la célula elimina algunos de sus propios constituyentes, desempeña también un papel esencial en la lucha contra los patógenos intracelulares, los virus y las bacterias. No obstante, un buen número de estos patógenos han desarrollado mecanismos que les permiten escapar de la destrucción autofágica o que desvían la autofagia en su propio beneficio. El equipo "Autofagia, infecciones e inmunidad" ha identificado el primer receptor celular de unión de patógenos capaz de inducir directamente la autofagia (Joubert et al., Cell Host & Microbe, 2009). Posteriormente ha demostrado que virus tan diferentes como el sarampión, la inmunodeficiencia humana (VIH-1) y la hepatitis C (HCV) actúan sobre una misma proteína celular de la autofagia con el fin de explotar la función (Grégoire et al., PloS Pathog, 2011). Muy recientemente este equipo ha puesto de relieve la existencia de al menos tres mecanismos moleculares sucesivos pero independientes mediante los cuales el virus del sarampión induce la autofagia durante la infección (Richetta et al., PloS Pathog, 2013). El conjunto de estos descubrimientos demuestra la importancia de comprender las relaciones sutiles entre agentes infecciosos y autofagia con el fin de favorecer la destrucción del patógeno o, por el contrario, su expansión.